El documental registra la degradación de una comunidad que enfrenta la explotación de recursos marítimos por empresas que no proveen equipos de seguridad, así como la ausencia de oportunidades para jóvenes, el tráfico de drogas, la migración y la violencia.
Rincón experimenta con las posibilidades poéticas de la imagen; la fotografía y el diseño sonoro contribuyen a generar una atmósfera onírica. El ritmo de la historia es pausado y permite al espectador explorar con calma la riqueza sensorial del Caribe desde la cotidianidad de la comunidad misquita.
La vinculación entre los habitantes y la naturaleza es clave, y la tensión entre los mitos, el mar y los desafíos sociales genera un acercamiento panorámico que aborda distintas caras de un mismo espacio. |